Desde el primer momento, el estilo visual de Town to City deja una huella inmediata. Los desarrolladores mantienen la identidad estética minimalista y colorida que ya había encantado a los fans en Station to Station. Sin embargo, aquí se traslada a un lienzo urbano: Casas con tejados brillantes, plazas que se iluminan con el paso del día a la noche, y estructuras que parecen piezas de un rompecabezas cuidadosamente diseñadas para encajar en un paisaje que nunca resulta caótico. Los escenarios se presentan como pequeños dioramas en tres dimensiones, logrando un equilibrio entre lo simple y lo detallado. Es un estilo artístico que no busca el hiperrealismo, sino la evocación: Al mirar la ciudad en expansión, uno siente la misma calidez que al hojear un libro ilustrado.
La jugabilidad, fiel a la filosofía de accesibilidad del estudio, se centra en la construcción intuitiva. Town to City evita los menús interminables y las curvas de aprendizaje abruptas. En su lugar, propone un sistema basado en módulos que se conectan de manera lógica. El jugador comienza con un pequeño asentamiento y, a medida que progresa, desbloquea edificios y servicios que enriquecen la vida de sus habitantes: Escuelas, parques, estaciones de transporte, mercados, bibliotecas y un sinfín de detalles que convierten cada distrito en un ecosistema único. La satisfacción proviene de ver cómo la ciudad crece de manera orgánica, no solo en tamaño, sino también en complejidad y personalidad.
El equipo ha sabido trasladar algunas ideas de Station to Station al nuevo proyecto, como la importancia de las conexiones. Si en aquel juego los trenes eran el alma de la experiencia, aquí las rutas entre barrios y servicios cumplen un papel equivalente. Diseñar caminos, puentes o redes de transporte público es esencial para garantizar que la ciudad funcione. No se trata de una simulación rigurosa como Cities: Skylines, sino de una versión estilizada que pone el acento en la coherencia visual y en la creatividad del jugador. Cada decisión es una oportunidad para darle carácter a la urbe, sin que ello suponga un riesgo de fracaso frustrante. Incluso los errores se sienten como parte del proceso creativo, más que como un obstáculo.

Uno de los mayores aciertos de Town to City es la manera en que introduce objetivos suaves, que orientan sin presionar. El juego plantea pequeños retos, como lograr que un vecindario tenga acceso a áreas verdes, o que un distrito se conecte con otro mediante transporte eficiente. Sin embargo, nunca penaliza con dureza si el jugador decide experimentar a su ritmo. De esta forma, se construye una atmósfera relajada que resulta casi terapéutica. Es un juego pensado para quienes disfrutan del proceso de construir tanto como del resultado, más cercano a un rompecabezas relajante que a una simulación de gestión estresante.
El apartado sonoro complementa con gran acierto esta filosofía de calma y creatividad. La banda sonora está compuesta por melodías suaves, con instrumentos acústicos y electrónicos ligeros que acompañan sin distraer. Cada acción, desde colocar una casa hasta levantar un puente, está acompañada por efectos de sonido sutiles que refuerzan la sensación de estar construyendo un mundo armonioso. Incluso el sonido ambiental, con pájaros cantando o el murmullo de la vida urbana, contribuye a que la experiencia sea inmersiva sin caer en la sobrecarga sensorial.
En términos de progresión, el juego ofrece un balance interesante entre libertad y descubrimiento. A medida que el jugador avanza, se desbloquean nuevos estilos arquitectónicos y decoraciones que permiten personalizar la ciudad con mayor detalle. Es posible crear barrios con identidad propia: Un distrito cultural lleno de teatros y plazas, una zona residencial acogedora con jardines comunitarios, o un centro urbano animado con rascacielos estilizados. Esta diversidad asegura que cada ciudad construida sea única, reflejando la visión creativa de quien juega.

La comunidad también juega un papel importante. El estudio ha integrado herramientas para compartir creaciones, lo que abre la puerta a un intercambio constante de ideas. Observar cómo otros jugadores diseñan sus ciudades inspira nuevas aproximaciones y fomenta un sentido de pertenencia. En este aspecto, Town to City se convierte en algo más que un juego: Es un espacio colectivo de creatividad urbana digital, donde cada persona aporta su visión de lo que significa construir un lugar acogedor.
Por supuesto, no todo es perfecto. Algunos jugadores más veteranos en el género podrían echar en falta mayor profundidad en la gestión o un sistema económico más desafiante. Town to City no pretende competir directamente con simuladores complejos, y esa decisión consciente puede no complacer a quienes buscan un reto más técnico. Sin embargo, su fortaleza reside precisamente en esa elección: Es un juego que privilegia la estética, la calma y la creatividad sobre la dificultad y la presión. Es, en otras palabras, un refugio dentro del género.
En conclusión, Town to City es una propuesta encantadora que demuestra la versatilidad del equipo detrás de Station to Station. Con una estética acogedora, mecánicas accesibles y un enfoque en la creatividad relajada, logra ofrecer una experiencia única en el mundo de la construcción de ciudades. Más que un simulador, es un lienzo interactivo donde cada jugador puede dar forma a su propia visión urbana, disfrutando tanto del proceso como del resultado final.