En Absolum, el jugador asume el control de un guerrero que despierta en una prisión flotante poblada por autómatas, mutantes y experimentos fallidos. Cada intento de fuga se traduce en una nueva configuración de arenas interconectadas, con enemigos, trampas y mejoras distribuidas de manera procedural. El planteamiento es sencillo: Avanzar, resistir y aprender, pero Guard Crush logra que la ejecución se sienta distinta a cualquier otro roguelike reciente. Aquí, cada golpe cuenta. Los movimientos tienen peso, la animación transmite impacto real, y la precisión del sistema de colisiones recuerda por qué el estudio francés es considerado uno de los más meticulosos en lo que respecta al “feeling” del combate.
La alianza con Supamonks, responsables de varios proyectos de animación para cine y televisión, aporta una dirección artística espectacular. Absolum es un festín visual de estilo cómic europeo, con personajes que parecen dibujados a mano y escenarios que respiran energía. Las luces, las partículas y los efectos de golpe contribuyen a una atmósfera dinámica, que se mueve entre el frenesí y la claridad. Pese a la cantidad de elementos en pantalla, la legibilidad del combate se mantiene impecable, algo esencial en un género donde cada milisegundo puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.
El diseño de niveles, aunque procedural, no sacrifica coherencia. Los desarrolladores implementaron un sistema de módulos conectados que garantiza variedad sin perder identidad. Cada zona introduce pequeñas variaciones de ritmo: Habitaciones centradas en oleadas, pasillos con trampas o arenas donde el entorno puede jugar tanto a favor como en contra. La progresión del jugador se apoya en un sistema de mejoras acumulativas: Combos desbloqueables, artefactos con efectos únicos y potenciadores temporales que alteran la dinámica de cada partida. Nada se siente accesorio; todo parece diseñado para obligar al jugador a adaptarse, a improvisar bajo presión.

La dificultad es otro de los sellos de identidad del estudio. Absolum no busca ser accesible, sino justo. La curva de aprendizaje es exigente pero recompensante, y cada derrota enseña algo tangible. No existen atajos fáciles ni “builds” dominantes: El equilibrio entre reflejos, memoria y experimentación define la experiencia. Este enfoque puede frustrar a quienes busquen una progresión más lineal, pero para los veteranos del género, representa un regreso a la filosofía de diseño clásica, donde el dominio técnico prevalece sobre las recompensas aleatorias.
En términos de sonido, la banda sonora de Olivier Derivière eleva el conjunto a otro nivel. Cada enfrentamiento se acompaña de percusiones intensas, sintetizadores distorsionados y crescendos que reaccionan a la acción en tiempo real. El diseño sonoro enfatiza la brutalidad de los impactos, con un tratamiento casi cinematográfico del espacio y la reverberación. Las voces, escasas pero efectivas, aportan tono y carácter sin romper el ritmo frenético de la jugabilidad.
Uno de los aspectos más interesantes de Absolum es su manera de abordar la narrativa dentro del formato roguelike. En lugar de recurrir a textos extensos o cinemáticas, el juego sugiere su historia mediante fragmentos visuales: Murales, ecos digitales y recuerdos que aparecen en forma de glitches. Esta narrativa ambiental refuerza la sensación de estar atrapado en un ciclo infinito, y al mismo tiempo dota de contexto a las mecánicas de resurrección y reinicio. Guard Crush logra así integrar el relato en la estructura del juego, sin imponerlo al jugador.

Técnicamente, el título se mantiene sólido. Funciona a 60 cuadros por segundo estables incluso en los momentos de mayor caos, y las versiones de consola muestran paridad con la de PC. El netcode, en los modos cooperativos, responde con consistencia, permitiendo que dos jugadores compartan la experiencia sin latencia perceptible. Este apartado multijugador añade una capa estratégica interesante: Los combos encadenados entre dos personajes permiten sinergias que cambian completamente el flujo del combate.
Sin embargo, Absolum no está exento de críticas. La aleatoriedad, si bien aporta rejugabilidad, puede derivar en desequilibrio en las primeras horas, con runs que resultan abrumadoramente difíciles o sorprendentemente triviales. Además, algunos enemigos reutilizan patrones de manera demasiado frecuente, lo que contrasta con la riqueza de los jefes, diseñados con una creatividad y ferocidad sobresalientes. Aun así, estas irregularidades no empañan la consistencia general del juego, que mantiene su identidad con firmeza.
En un panorama saturado de roguelikes y “metroidvanias” híbridos, Absolum consigue algo raro: Reinventar un lenguaje clásico sin traicionarlo. Su combinación de precisión técnica, animación artesanal y estructura procedural lo posiciona como una de las propuestas más frescas del año dentro del género de acción.