El regreso de los mercenarios y la soledad compartida
Uno de los elementos más interesantes que Vessel of Hatred trae de vuelta es la inclusión de los mercenarios, un sistema que los veteranos de Diablo II recordarán con cariño. Sin embargo, esta vez los mercenarios no son meros acompañantes, sino personajes con los que el jugador puede desarrollar una relación a lo largo de la aventura. La expansión presenta un grupo de exiliados que pueden unirse al jugador en combate, aportando habilidades únicas que complementan las estrategias de los personajes principales. Mercenarios como Raheir, un guerrero veterano convertido en padre, y Varyana, una cazadora sanguinaria, ofrecen diálogos interesantes y divertidos, lo que añade un toque humano a la atmósfera oscura y opresiva.
Este aspecto de la expansión no solo aporta nuevas opciones tácticas en combate, sino que también refuerza el tema central del juego: Incluso en un mundo dominado por la guerra eterna entre el cielo y el infierno, las conexiones humanas y el compañerismo persisten. A través de los diálogos y la interacción con estos mercenarios, Vessel of Hatred logra equilibrar las brutales escenas de combate y las terroríficas criaturas que infestan los escenarios.
La clase Spiritborn: Una nueva forma de luchar
Otro de los pilares que define esta expansión es la introducción de la nueva clase Spiritborn. Estos guerreros, conectados con el reino espiritual, canalizan los poderes de los dioses animales para combatir a sus enemigos. La clase se destaca por su flexibilidad y dinamismo, permitiendo a los jugadores mezclar diferentes habilidades elementales. Por ejemplo, pueden lanzar plumas de águila electrificadas o invocar a un jaguar en llamas que arrasa con los enemigos. Esta mezcla de habilidades da lugar a un estilo de combate rápido y visualmente impactante, haciendo que la experiencia de juego sea más fluida y emocionante.

El sistema de habilidades del Spiritborn fomenta la experimentación, animando a los jugadores a combinar distintos poderes elementales para adaptarse a las situaciones de combate. Esto lo convierte en una de las clases más versátiles y divertidas de jugar en Diablo IV, especialmente para aquellos que disfrutan de una jugabilidad orientada al control de multitudes y la rapidez en los enfrentamientos.
El nuevo escenario: Nahantu y los horrores de Mephisto
En cuanto al escenario, la expansión nos traslada al sombrío y decadente entorno de Nahantu, una región de junglas y templos en ruinas, donde los jugadores deberán enfrentarse a las huestes de Mephisto. Los paisajes de Nahantu están visualmente bien logrados, ofreciendo una mezcla de belleza natural y corrupción demoníaca. Desde zigurats cubiertos de vegetación hasta mazmorras infestadas de criaturas tentaculares, el diseño del mundo refleja la dualidad entre la luz y la oscuridad que define a la franquicia.
Los jefes en Vessel of Hatred son otro de los puntos fuertes. En un juego donde los combates contra hordas de enemigos son habituales, los jefes destacan por su creatividad y complejidad táctica. Entre los ejemplos más memorables se encuentra un jefe en forma de serpiente que inunda la habitación de monedas de oro, obligando al jugador a esquivar sus ataques mientras busca refugio entre estatuas. Otro es un monstruo con forma de pulpo, cuyos tentáculos golpean el suelo con violencia en un combate frenético. Estos enfrentamientos son un paso adelante en términos de diseño, ofreciendo desafíos emocionantes que exigen más planificación que en la campaña original.
Cambios en la progresión y el sistema de botines
Una de las mejoras más notables en Vessel of Hatred es el rediseño del sistema de progresión y botines. A diferencia del juego base, donde el ascenso a los niveles más altos podía resultar tedioso, la expansión agiliza este proceso, permitiendo a los jugadores alcanzar el nivel 60 de manera más rápida y con recompensas más significativas en términos de botín. Esta optimización del sistema de botines permite a los jugadores ajustar mejor sus builds, al ofrecer objetos que tienen un impacto real en la jugabilidad. Además, las temporadas en Diablo IV siguen siendo generosas, brindando contenido fresco de forma regular, lo que asegura la longevidad del juego.

No obstante, algunos jugadores han señalado que, a pesar de estos ajustes, la historia de Vessel of Hatred no logra alcanzar las alturas dramáticas de la campaña principal. A pesar de los interesantes personajes y las tramas secundarias, la narrativa principal deja algunos cabos sueltos, lo que puede decepcionar a quienes esperaban una resolución más contundente tras los eventos de Diablo IV. La expansión parece ser un “capítulo intermedio” más que una conclusión satisfactoria.
El precio de la expansión y su impacto en la comunidad
Uno de los aspectos más debatidos sobre Vessel of Hatred es su precio. A un costo de 40 dólares, algunos consideran que la expansión está en el extremo caro, especialmente cuando varios de los cambios principales, como la mejora del sistema de botines, fueron introducidos de manera gratuita antes del lanzamiento. Sin embargo, para los jugadores que disfrutan de la clase Spiritborn y del nuevo contenido de final de juego, el precio puede estar justificado. Además, aquellos que poseen Diablo IV pueden beneficiarse de un descuento del 20% en la compra.