Pero la muerte no es el fin en Sifu. Es, paradójicamente, lo que le da vida a tu personaje en el juego. Mueres, luego resucitar y pagas el precio con tu edad. Un contador de muertes aumenta con cada fallo, añadiendo a cuanto más viejo eres cuando regresas a la vida. Al comienzo es un año, luego dos, luego más, la cara del protagonista se arruga y endurece, la barra de salud se acorta, pero la sabiduría de la edad hace que los ataques signifiquen más daño en tu oponente. Una vez que llegues a los 70, tu próxima caída será la última.
Esto puede ser un concepto extraño al principio, teniendo en cuenta que este juego prefiere mantenerte confundido más que entretenido. Sifu es increíblemente difícil y está construido sobre ideas altamente poco convencionales que son mínimamente explicadas al jugador.
El combate, que es el centro del juego, está hecho de elementos familiares: Ataques suaves y fuertes, esquivar, etc, pero incluso los más veteranos de los juegos de las peleas mano a mano, tendrán problemas poniendo estos mecanismos en práctica. El juego pareciera no favorecer una tendencia a atacar o defender. Los combos serán esquivados o bloqueados, la defensa rota por rebotes o ataques fuertes, lo que te lanzará al suelo rápidamente.
La acción se divide en cinco niveles, recorriendo toda la gama de clásicos del kung fu: Casa de drogadictos, club nocturno, torre de departamentos, etc. Los episodios son largos y muy difíciles al inicio, lo que puede alivianarse un poco al ir descubriendo rutas más cortas al jefe final. Al morir, puedes intentarlo nuevamente en el último nivel alcanzado, manteniendo tu edad y mejoras. Sin embargo, cuando por fin derrotes a tu primer jefe, es muy posible que ya seas muy viejo, por lo que sólo te quedarán un par de vidas, lo suficiente para iniciar el siguiente nivel y nada más.
Para tener alguna oportunidad de avanzar, deberás abandonar la nueva área, volver a la anterior y hacerla una y otra vez hasta que logres pasarla con una edad aceptable que te permita terminar el área siguiente. Luego podrás trabajar en pasar al siguiente jefe y repetir el ciclo. En algún momento deberás volver al inicio y optimizar tu jugada aún más. Esto, tristemente, significa que deberás despedirte de la mayoría de las mejoras que hayas desbloqueado. Es una sensación extraña el obtener por fin una recompensa por pasar un desafío, para luego tener que volver atrás y hacerlo todo de nuevo.
Con el tiempo, podrás notar que lo que el juego espera de ti es lo más cercano posible a la perfección. Puedes recuperar un poco de salud con algunas habilidades de take downs y reducir tu conteo de muertes al eliminar enemigos fuertes. Podrás desbloquear nuevos movimientos y pequeñas mejoras en los stats en el camino. Pero la única manera de realmente triunfar en Sifu es rindiéndose a sus exigencias y aprender su idioma, aprender los patrones de ataque y aprenderse los tiempos de memoria para realizar los desvíos de los ataques.
El flujo de cada pelea, desde donde vienen los enemigos, donde están las armas y cómo posicionarse para usar de mejor manera el escenario, debe ser ensayado hasta perfeccionarlo. Luego practicas más y más y esperas que la próxima jugada salga según lo planeado.
Cuando finalmente todo sale bien, es lo mejor del mundo. Pasarás por los niveles que ya conoces a la perfección, eliminando fácilmente a los enemigos que te dieron tantos problemas. Ese jefe que demoraste días en pasar, no podrá darte ni un sólo golpe. En estos momentos, las frustraciones anteriores se desvanecerán.
El viaje es brutal. No es para los débiles de corazón ni para los cortos de paciencia. Pero aquellos preparados para aceptar el desafío encontrarán que algo espectacular viene después del dolor. ¿Vale la pena el trabajo duro? Pregúntenme cuando las heridas hayan sanado.