A pesar de esto, la música en los juegos es propensa a pasar desapercibida y transformarse en una pieza que complementa el todo del juego. A veces ni siquiera te das cuenta de lo importante que es hasta que la desactivas.

Una escena sin música puede ser plana, sin drama y sin todo lo que se supone que te tiene que hacer sentir.

En Ori and the Blind Forest, el gameplay se divide en tranquilos momentos de exploración y fuertes e intensas boss battles, es aquí donde la música debe adaptarse a la acción y donde los compositores tienen el trabajo de transmitir cada emoción de la manera correcta. El poder diferenciar la música de combate y la del gameplay regular, entrega un rango dinámico que construye una experiencia emocional en el jugador. Si la música está en su máxima intensidad todo el tiempo, ésta no tendrá impacto en el jugador.

El poder de la música en los videojuegos ha sido tal, que los jugadores no sólo la disfrutan durante el gameplay, sino que la escuchan en plataformas de streaming y compran las ediciones especiales que contienen los soundtrack.